domingo, enero 20, 2008

Las vecinas


Episodio I

Se desplaza con cautela por el pasillo y la vereda, prestando atención sólo a sus nietos y a la viuda jubilada del segundo, con quien comparte la revista del cable, que cada vecino comparte solidariamente con algún otro, lo que no parece importarle demasiado al empleado de la empresa de cable del sexto, que tampoco parece percatarse de que funciona como prueba de que no sólo los empleados públicos transcurren sus jornadas totalmente ajenos a los pequeños desajustes que conlleva mirar continuamente para otro lado.

La viuda encontró finalmente una aliada, después de años de mirar con desdén a todos los vecinos y un período reciente en el que buscó el diálogo con los mismos para subsanar el vacío provocado por la muerte del marido, amigo íntimo del Toro Viejo, generando diálogos triviales que nunca terminaban en la cesión desinteresada de algunos de los cientos de jugosos limones que se precipitaban a su patio desde su frondoso árbol, sino en alguna queja o reclamo sobre mejoras necesarias para todo el edificio, las cuales procurasen ante todo traer alivio a la amenaza perpetrada por la única vez que se le había arrimado a su puerta agua de la calle, cuatro años antes.

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