sábado, octubre 09, 2010

Ella

Ella sueña.

Ella no trae la espada.

Ella ni siquiera se imagina hasta que punto podrá volver a sembrar la discordia.

Ella no se prueba, ni por milagros, ni por una retribución, o una promesa, y todavía menos por la escritura.

Ella es ella misma en todo instante su propio milagro, su retribución, su prueba.

Ella se vive, se abstiene de las fórmulas.

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Dulce estratagema

Oración que la llovizna persigue

en la médula del amanecer.

Malgastan sus votos los párvulos de ruegos.

¿Cómo cultivan esos géneros campantes?

¿Cómo fulguran sus cucos somnolientos?

Si agasajan embrollos de astucias,

neutrales, musculosos y sutiles.

condensar sin retablos la desidia

no valdrá la pena.

Cuelgan la ruptura en la congoja y se alejan

insolentes, en carruajes retumbantes

de macumbas y alcanfor.

Pasan sospechando avivar sus pesadillas

Y surcan los colmillos del diván

provistos de fantasía en cajitas relucientes.

No se sacian con ojeras la desdicha

y en el cruce de los truenos bamboleantes

Restan cuando van sobrando,

en su dulce estratagema

para imberbes que cargan cruces de flaquezas

entusiastas del ocaso ineludible.

Hoy se enrolan en visiones pendencieras

como fogatas de niebla que abrasan

en el sendero todo lo que asome.

La clemencia predican con saña


por dos copas y un triunfo falsario

para cantar nefandos menos diez.

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viernes, octubre 08, 2010

Preludio matutino II

Sueña el ojo de Picasso
la urna griega de tu danza
sobre el eje de tus pasos
la esfera celeste avanza

amanece un cielo blanco
me desplomo en picada
sobre los sutiles flancos
de tu espalda despiadada

Con la tinta del deseo
dibujas la luz más pura
mi sombra sigue el meneo
sideral de tu cintura

Bajo el mando de tu aliento
se parte el séptimo sello
beben mis labios sedientos
el tatuaje de tu cuello.