miércoles, octubre 15, 2008

Ex libris

Veinticinco millones de japoneses ya leen en sus celulares.

¨Koizora´ (literalmente, cielo de amor) es el último éxito en las pantallas de sus móviles. Koizora es una historia romántica escrita por una joven nipona cuyo nombre real se mantiene en el anonimato, puesto que ha elegido llamarse igual que la protagonista del libro celular: Mika. La novela ha sido incluso llevada al cine.

Asimismo, las novelas descargadas en el teléfono saltan al papel en Japón. No se trata de un fenómeno nuevo: Mahou no iRando, un servicio web que nació con la idea pionera de crear un software para colgar en la Red novelas en construcción a través del teléfono celular, ha ganado mercado rápidamente gracias a que el 75% de los usuarios de celular en Japón (hay más de 100 millones) navegan por la Internet y acceden a innumerables servicios (no sólo el video o el SMS, sino también cursos de idiomas extranjeros, comercio en línea y hasta advertencias sobre terremotos).

Hoy, la revolución digital de las keitai shosetsu (literalmente, novelas celulares) es monumental. La mayoría de ellas son melodramas, con un estilo trillado de frases cortas, pincelado con íconos que expresan estados de ánimo y con tramas y personajes que la crítica tacha de exiguos y chatos.

Ni lerdas ni perezosas, las principales editoriales tradicionales niponas -Tohan, Kodansha y Shogakukan- han alentado a los escritores cibernéticos a que adapten sus éxitos al papel. El resultado ha sido que decenas de best cybersellers pueblan las estanterías de las librerías tradicionales. Y aquí está la paradoja que derrumba lo que se ha venido diciendo desde la Feria del Libro en Frankfurt: la literatura celular ha reanimado a la agonizante industria del papel.

Para quienes gustan de la tendencia a expresar todo en clave estadística, las cifras hablan por sí solas: las editoriales en línea crecen pero las tradicionales no se hunden. Remontan vuelo. Según datos de la Digital Content Association of Japan, la venta de libros celulares generó ganancias por 6.900 millones de yenes (44,5 millones de euros) en 2006, y 9.400 millones de yenes (60,7 millones euros) en 2007. Como dato más reciente en septiembre el diario francés Le Monde publicaba que desde abril de 2007 hasta marzo de 2008, la descarga de este tipo de obras ha supuesto 28.500 millones de yenes (184,2 millones de euros).

De todos modos, parece que por ahora la esperanzada mirada de Isaac Azimov prevalece.

lunes, octubre 13, 2008

Después de Internet


Hace ya siete años que el lingüista italiano Raffaele Simone afirmó que Internet es "el principal enemigo del libro y de la lectura, a pesar de su apariencia de estar hecho para leer y escribir".


Simone, que en aquella oportunidad dio una conferencia en Madrid, dijo que en los últimos veinte años del siglo XX se dio una zancadilla a igual cantidad de siglos de historia del conocimiento, lo que ha supuesto un retroceso evolutivo que –entre otros fenómenos- sustituye la lectura por la simple mirada.


Simeone, profesor de Lingüística en la Universidad de Roma Tres, y autor de La Tercera Fase, formas de saber que estamos perdiendo, sostuvo que el siglo XXI marca el inicio de una tercera fase en la historia del conocimiento, que estará dominada por la cultura audiovisual.


El lingüista dedicó su ponencia a exponer los cuatro cambios que han traído "la disolución de un paradigma de cultura, de información y de educación". De acuerdo a Simone, ha cambiado la jerarquía de los sentidos (ahora la visión natural prevalece sobre la alfabética), ha aumentado el valor de la imagen (y con ella la supremacía de lo menos estructurado sobre lo más estructurado), ha cambiado la naturaleza de la escritura y la tipología de los textos, (que son ilimitadamente modificables) y, por último, ha dado lugar a una nueva forma de elaborar la información que el lingüista denominó como "no proposicional".


Esta nueva forma de crear información, según el pensador italiano, carece de los rasgos tradicionales de naturaleza analítica, estructurada, contextualizada y referencial que se desarrolló de Sumeria hasta el boom de la Internet, para convertirse en "una masa indiferenciada donde todo está en todo". que desprecia el análisis y la experiencia, para reemplazarlos por un enfoque simultáneo, inmediato y superficial.


Desde una posición firme y probablemente controversial, convencido del carácter disolutivo desde el punto de vista social de la ´nueva mirada¨, Simeone enumeró tres categorías que según el filósofo George Steiner rigen la concepción clásica de la lectura: silencio, soledad y memoria cultural, a las que sumó una nueva: la lentitud. También coincidió con el autor de ¨Después de Babel ¨ en la idea de que en el actual siglo nuestras maneras de leer son vagas e irreverentes. Y por ende, nuestra visión del mundo sería -en el mejor de los casos- casi insolente.


La tesis final de Simone fue que el acceso al conocimiento a través de la Red mundial es "la más formidable barrera que nunca se ha presentado al contacto del individuo con la realidad".