Acaso un desatino de mis dedos
Dibuje el rostro incierto del deseo
Entre los pliegues ocres de tu pelo
Para salvar el puente de la siesta
Quizás entre tus mundos se cobijen
Aquellas madrugadas sin fronteras
Donde medran los dones de tu vientre
Y el canto abrumador de las sirenas
Allí estaré encallado, entre tus brazos,
Mellado el casco altivo de mi pecho
Y el lento vacilar de tu mirada
Hará estallar el viento en mil pedazos
sábado, febrero 09, 2008
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