Oh, como te amaría si fueses tuerta
y con un ojo de cristal

abismándome en tu desigual
mirada de viva y de muerta.
Sobre mi mejilla derecha,
tu blanda mirada natural,
y sobre la izquierda la flecha
de tu mirada mineral.
Tu ojo duro sería inflexible
para mi desfallecimiento
pero el otro, tierno y sensible,
me consolaría al momento.
Y cuando pidiera tu mano,
como un burgués novio correcto,
te regalaría un perfecto
ojo de auténtico Murano.
Y en cada estación te pondría
un ojo de distinto color,
y así siempre nueva sería
tu mirada de amor.
Oh, amada, quítate un ojo
si conmigo te quieres casar
que yo te prometo ser cojo
para equilibrar.
Conrado Nalé Roxlo